jueves, 1 de noviembre de 2012

sábado, 29 de septiembre de 2012

El Anarquismo, hoy, en Latinoamérica



















Ilustración para "Sobre el Anarquismo hoy en Latinoamérica", transcripción de un fragmento de la ponencia “Anarquismo en América Latina”, presentada en agosto de 2012 en el Encuentro Internacional (A) de Saint-Imier, Suiza.
Publicado en la edición #67 del periódico El Libertario, Caracas, Vzla.

Minería e impacto socioambiental















Ilustración para el artículo "Minería como sustento de las economías de América Latina", de César Padilla.


"El arribo de gobiernos “del socialismo del siglo XXI” a América Latina generó expectativas en diversos sectores de la sociedad, dentro y fuera de los países donde se presenta esta tendencia.
Un sector que se vinculó a los procesos electorales de líderes de izquierda fue el ecologista. Considerado como el ala verde, más cercano a la izquierda, fue en algunos casos co-protagonista en las candidaturas izquierdistas en los diversos procesos electorales de países con gobiernos progresistas en la región
No obstante, la discusión sobre el significado político y social del aumento en la cantidad de gobiernos de izquierda que han ido posicionándose en América Latina luego de años de hegemonía neoliberal, ha ido desplazando un análisis más profundo sobre los modelos de desarrollo de estos gobiernos.
(...) Los sectores críticos a la minería que al comienzo de la crisis pensaron vivir una larga pausa en la expansión de los impactos socioambientales por nuevos proyectos mineros, hoy ven que la reactivación de la actividad puede tener mayores efectos negativos. Esto principalmente por los incentivos de los Estados que implican flexibilización laboral, ambiental y tributaria en desmedro de los derechos de los trabajadores, los ecosistemas, las comunidades aledañas y el patrimonio nacional."

César Padilla, Minería como sustento de las economías de América Latina (fragmento), periódico El Libertario #67

Geografía de guerra








Ilustración para el artículo "Geografía de guerra,  poder ciudadano  y  organizaciones sociales", de María Pilar García-Guadilla.

"Los conflictos y las confrontaciones urbanas de Venezuela en la década del 2000 responden  a los intentos de  implantación del  modelo de socialismo del siglo XXI el cual asume la continuidad de una economía populista, rentista y extractivista basada en el petróleo sin que existan propuestas alternativas que garanticen la continuidad de la equidad y de la solidaridad con inclusión,  la pluralidad y el respeto a la naturaleza. Las movilizaciones y protestas urbanas se han dado en  dos direcciones: el grupo opositor al presidente Chávez se ha movilizado contra las políticas e intentos de socialización de la propiedad privada y los  adeptos al gobierno se han movilizado a favor del modelo político propuesto.

Como resultado,  la  primera década del siglo XXI muestra a Caracas como una ciudad altamente conflictiva y en efervescencia, cuya ciudadanía se encuentra dividida en dos grupos antagónicos, ambos movilizados políticamente, y donde cada uno se expresa en la ciudad en diferentes “nichos”,  espacios o territorios que pudiéramos llamar “feudos o territorios de guerra” ya que los espacios de “los unos, los amigos” no pueden ser traspasados por “los otros, el enemigo” sin que se dé una confrontación entre ambos."

Por María Pilar García-Guadilla, En la Caracas del Socialismo Petrolero del Siglo XXI
Geografía de guerra,  poder ciudadano  y  organizaciones sociales (fragmento), El Libertario #66.

Mathilda, Léon y el ají

Ilustración para el artículo "Introducción al huerto urbano", publicado en la edición #66 del periódico El Libertario, Caracas, Vzla.

"Hace mucho tiempo, el gobierno bolivariano prácticamente ridiculizó la idea de los huertos hidropónicos al plantearlo como "la solución" al problema de importación de alimentos en el país. Con mucho bombo y platillo, se financiaron algunas experiencias en Caracas y en otras partes, las cuales al poco tiempo fracasaron, como naufraga todo lo que se hace de manera artificial con la sola ayuda del dinero estatal y las voluntades de escritorio y aire acondicionado.

Sin embargo, la idea de cultivar algunas cosas en casa, o en pequeñas parcelas en las ciudades –los llamados huertos urbanos- es manejada por diferentes organizaciones autónomas en el mundo entero para combatir la dependencia alimentaria y la agricultura industrial, llena de pesticidas y químicos contaminantes. Además, permite una experiencia única, de reencontrarnos con la tierra a pesar de vivir en jaulas de concreto, invitándonos a formar parte de la naturaleza en lugar de vivir ajenos a ella. Con el trabajo en su propio huerto las personas ejercitan la paciencia, el respeto, el gusto por el trabajo bien hecho, la cooperación y el intercambio de experiencias. Para exigir ciudades más sostenibles desde nuestra propia vida cotidiana, el huerto urbano debe seguir los principios de la agricultura ecológica. Su cultivo será respetuoso de la vida y el entorno, evitando la contaminación del ecosistema ciudad."


Redacción,  "Introducción al huerto urbano", publicado en la edición #66 del periódico El Libertario, Caracas, Vzla.

De activistas a burócratas
















Ilustración para el artículo "¿Políticas sociales y miseria", resumen realizado por El Libertario del libro “Política y miseria” de Raul Zibechi (Zambra, 2012). Periódico El Libertario, Caracas, Vzla.

"Rastrear la evolución de la “lucha contra la pobreza” supone poner el foco en las directrices elaboradas por los centros de pensamiento global, entre los que destaca el Banco Mundial (BM). Estados Unidos entendió que la Guerra de Vietnam no podía ser ganada sólo apelando a la superioridad militar. Uno de los primeros en visualizarlo y quien se encargó de formular la política del “combate a la pobreza” fue Robert McNamara, a quien John Kennedy designó en 1961 para dirigir el Pentágono y posteriormente, en 1968, fue nombrado presidente del Banco Mundial. El eje de su gestión fue la estrecha conexión que estableció entre desarrollo y seguridad. Comprendió que la pobreza y la injusticia social podían poner en peligro la estabilidad y la seguridad de los aliados de su país. El siguiente paso  fue reconocer que el crecimiento económico por sí solo no era capaz de reducir la pobreza. De esta manera la pobreza pasó a tener un estatuto teórico y político como unidad de análisis y centro de las políticas públicas a ser estimuladas por el organismo. La propuesta consistía en “superar” la pobreza a través del aumento de la “productividad de los pobres”. Así fue instalándose la “pobreza” como un problema, invisibilizando la riqueza como la verdadera causa de los problemas sociales. En 1997 la Relatoría del Banco Mundial propone “acercar el Estado al pueblo”, fomentar la “participación social” y “dar a los pobres condiciones para que se conviertan en abogados más efectivos de sus propios intereses”. La Relatoría del 2001 recomienda el “fortalecimiento de la autonomía y el empoderamiento de los pobres” y “fomentar la movilización de los pobres en organizaciones locales para que fiscalicen instituciones estatales, participen de las decisiones locales y su colaboración para asegurar el primado de la ley en la vida cotidiana”. De las políticas focalizadas y compensatorias la teoría del BM evolucionó a involucrar al conjunto del movimiento social en las políticas sociales y en la propia gobernabilidad.

Raul Zibechi, "Políticas sociales y miseria" (fragmento), El Libertario #66.

Seguridad en la Red

Ilustración para "Diez consejos para escribir contraseñas seguras", de Jordi Sabaté.  Periódico El Libertario, Caracas, Vzla.

"1234". Según revela un estudio, esta es la clave más frecuente que la gran mayoría de usuarios escribimos para proteger nuestros servicios on line, donde guardamos datos privados de gran importancia, e incluso, los números de nuestras cuentas bancarias. Esto significa que cualquier hacker puede entrar en la mayoría de cuentas privadas de plataformas de Internet en pocos segundos.

Cuando queremos elaborar un poco más las contraseñas, las basamos, incluso de modo inconsciente, en referencias simbólicas como nuestro cumpleaños, el de nuestros hijos o la fecha de nuestra boda. También así se lo ponemos fácil a los hackers, pues les basta con entrar en sitios como Facebook, ver alguno de estos datos y, a partir de ellos, buscar la combinación de entrada a nuestros servicios. Respecto al nombre de usuario, los profesionales de romper claves saben que casi todos usamos el mismo que tenemos en nuestra dirección de correo electrónico. Conviene, por lo tanto, ser mucho más inteligentes y blindar lo que ahora tenemos casi como un libro abierto.

1) Buscar siempre claves que tengan más de ocho dígitos. Cuantos menos caracteres tenga una clave, más fácil es romperla para un hacker, puesto que el número de combinaciones posibles son menos. Se considera débiles a las combinaciones menores de ocho dígitos, que pueden identificarse con programas generadores de combinaciones aleatorias -llamados robots-, lo que se conoce como "la fuerza bruta".

2) Nunca usar solo números. Aunque pongamos claves de ocho o más dígitos, si usamos solo números, es cuestión de tiempo que un robot encuentre la contraseña y entre en nuestras páginas.

3) Tampoco usar solo letras ni palabras. Las letras se pueden combinar con robots hasta dar con la clave. Respecto a las palabras, siempre tienen una conexión simbólica con nuestro subconsciente, por lo que alguien que nos conozca un poco puede adivinar las claves si piensa en el nombre de nuestra pareja, nuestros hijos o nuestras mascotas.

4) Optar siempre por combinaciones alfanuméricas. Mezclar letras y números es la solución más segura porque se mezclan dos sistemas de clasificación, lo cual amplia mucho las combinaciones. De todos modos, un hacker que tenga algunos datos personales sobre nosotros y mucha psicología puede adivinar las claves si no nos hemos esmerado en confeccionarlas. Debemos ser conscientes de que, de modo automático, siempre buscamos combinaciones fáciles de recordar y relacionadas con personas y fechas importantes. Por lo tanto, lo mejor después de escribir la contraseña es revisar que no contenga señales personales.

5) Intercalar signos de teclado. Un truco que nos permitirá usar letras y números relacionados con nuestra vida sin peligro es intercalar símbolos como "#", "$", "&" o "%" entre los caracteres de la contraseña. La presencia de estos caracteres es mucho más difícil de descubrir para hackers y robots.

6) Lo mejor son las claves aleatorias. Si podemos usar un programa generador de claves aleatorias, estaremos mucho mejor protegidos. La página clavesegura.org ofrece de manera gratuita un generador de claves en el que se puede escoger tanto la longitud de la contraseña como la cantidad de caracteres alfanuméricos que usamos. Otros servicios como Passwordmeter.com miden el nivel de seguridad de las contraseñas que confeccionamos.

7) No utilizar la misma contraseña para todo. Parece una obviedad, pero es lo que hacemos la mayoría de los usuarios. Hay que tener una contraseña distinta para cada servicio. También es recomendable cambiar las contraseñas cada cierto tiempo.
8) Guardar las claves en un documento de texto. Como las claves seguras son muy difíciles, por no decir imposibles, de recordar, lo lógico es guardarlas escritas en un documento de texto, que utilizaremos para almacenar las contraseñas de todos nuestros servicios. Cada vez que debamos entrar a un servicio, tendremos que recurrir a este documento. Puede que sea pesado, pero es más seguro.

9) Guardar el documento en un lugar seguro. Hay varias opciones para guardar el documento con nuestras claves. La primera es usar una memoria USB separada físicamente de la computadora y que solo enchufemos cuando queramos abrir el documento con nuestras claves. Debemos ser conscientes de que podemos tener el ordenador monitorizado por algún software malicioso -ocurre con mucha más frecuencia de la que creemos- o que alguien puede acceder a través de la conexión wifi si esta no es lo bastante segura. La segunda alternativa es guardar el documento en una copia de seguridad en un servidor de la red, con protocolos de cifrado de 128 bits o más. Podemos guardarlo en plataformas diseñadas para tales usos, como Clipperz. Bastará con abrir este servicio y acceder al documento. Eso sí: la contraseña de acceso a Clipperz tiene que ser altamente compleja, deberemos tenerla escrita en una libreta, guardarla en un cajón y saber que si la perdemos también perderemos el resto de contraseñas.

10) Cerrar la sesión de los servicios a diario. Cuando apaguemos la computadora por la noche o al salir de casa, la mejor opción es salir de todos los servicios de uso habitual, ya sean el correo electrónico, las distintas redes sociales donde participemos o las plataformas donde guardamos documentos para sincronizarlos, etc. Si alguien encendiera nuestro ordenador y no los hubiéramos cerrado, podría acceder fácilmente a tales servicios, ya que el navegador guarda las contraseñas si no le indicamos lo contrario. Por lo tanto, hay que indicar en el apartado de "Seguridad" de nuestro navegador que no recuerde ninguna contraseña. Al volver a usar la computadora habrá que introducir todas las claves, pero evitaremos disgustos."


Jordi Sabaté, "Diez consejos para escribir contraseñas seguras", (fragmento), El Libertario #65.